Todos los veranos muchos españoles volvemos a la casa del pueblo, a la localidad de nuestros abuelos, a las tierras de nuestros padres. Volvemos por la añoranza del pasado, por escuchar cómo eran aquellos tiempos, por descansar y desconectar de la locura urbana. En demasiados sitios, lo que nuestros padres y abuelos nos contaban que existía, ya no existe. Muchas de las tierras que antes eran ocupadas por la cebada ahora se encuentran secas y abandonadas. Muchos bosques arden por la altas temperaturas, por la inconsciencia humana, pero también, por el abandono que permite que el fuego se haga con todo.
Incluso algunos ríos se han convertido en vertederos de la mierda de toda la población más cercana. Se cercan hectáreas de terreno para aparentar propiedad cuando las tierras luego quedan abandonadas y desprotegidas. Los culpables son varios (políticos entre ellos), pero también de las personas que lo han permitido. Por ello, es una gran noticia que asociaciones como la ِAsociación Forestal de Soria estén organizándose para volver a impulsar la agricultura y la ganadería en aquellas tierras ganadas por los vecinos en la desamortización del siglo XIX tras las guerras carlistas. Tierras deshabitadas, olvidadas, que pueden volver a producir, que pueden volver a ser rentables con la participación y organización de todos. Es un drama que tantas hectáreas españolas estén de esta forma. Es también nuestra responsabilidad. Muchas veces, crisis como la actual, también consiguen sacar las mejores ideas para salir adelante. Ésta es una de ellas. Felicidades.